miércoles, 21 de abril de 2010

UNOS OJOS DICEN MUCHO, OTROS NO DICEN NADA.


La última vez que supe de Piscis
estos pensamientos traía:
“Los ojos lo dicen todo”, y
“Los ojos son el espejo del alma”.
¿Veamos, cuán cierto es esto, Acuario?
Existen ojos hermosos
en cuerpo de reina
protegiendo una bella alma.
Existen hermosos ojos
en cuerpo de reina
conteniendo una perversa alma.
Existen ojos románticos,
ojos tiernos, ojos claros,
ojos negros, rostros ausentes de ellos…
Ojos indios, ojos asiáticos,
ojos albinos, ojos mestizos,
grandes y pequeños.
Ojos propios de los cinco continentes.
Ojos de hombres buscando hombres,
ojos de mujeres buscando mujeres,
ojos de niños queriendo ser niñas
y ojos de niñas soñando ser niños.
Ojos perturbados,
ojos serenos.
Ojos llenos de gloria
y otros rebosan la derrota.
Ojos llenos de terror,
otros destilan paz.
Ojos mentirosos,
otros verdaderos.
Existen ojos sanos,
otros enfermos…
Ojos sonrientes,
otros nostálgicos.
Ojos jóvenes,
ojos viejos.
Ojos muy cansados
y otros muy despiertos.
Existen ojos apasionados
y otros carentes de ello.
Unos ojos románticamente acarician,
otros detestablemente rechazan.
Existen ojos esperando otro cuerpo,
existen cuerpos esperando otros ojos.
Existen cuerpos deseando otros ojos,
existen ojos deseando otro cuerpo.
Hay ojos cerrados aún estando abiertos
y ojos abiertos deseando estar cerrados…
Existen ojos conspiradores
y otros leales.
Unos ojos dicen mucho,
otros no dicen nada.
Unos otorgan,
mientras otros suplican.
Unos ojos son amigos,
mientras otros son enemigos.
Existen ojos que ptotegen y
otros que delatan.
¿Cuán seguro ahora estás de mis pensamientos?
Lo que sí te recalco y atestigua el cielo:
tenía mis ojos chinos sólo para tus cafés gitanos…
y te lo decían todo… te lo expresaban todo.
¡Tú lo sabías!... Te adoraban mis ojos:
yo te lo daba todo.
Tú los heriste con la traición
y los cegaste con tu partida.
Porque los míos, sin el reflejo de los tuyos: ¡morirían!
¡Sí!… su hora les llegó… Dejaron de existir…
¡Para qué tenerlos si les quitaste la pasión,
retiraste todos sus anhelos,
opacaste su brillo amante!…
Tú, hurtaste todas sus lágrimas.
Tú, apartaste su amado rostro.
Tú, les quitaste… su vida.
Tú le impediste a Piscis de su aliento…
le vaciaste toda su deseada agua.
Apartaste su tan esperada gemela alma…
Tus ojos ya no me miran…
Tus ojos sólo asesinan:
ya no me poseen ni me miman.
Mi muerte la sentenciaste con tu reiterada despedida:
¡Está legalizada, aceptada… y confirmada!
¡Qué mortal es tu mirada…!
¡Qué dura verdad, es la mía!...
Acuario, por esto ahora digo:
¡Hasta siempre mi vida!

FRANZ MERINO
(inspirado en el e-book: Infieles anónimos. Diario de un amante: testimonio de una gran pasión.
http://www.franzmerino.com

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