miércoles, 8 de diciembre de 2010

TODO POR AMOR.


TODO POR AMOR.

Empiezo a  bañarme con el sudor de tu espalda,
el vaivén fuerte de mi cadera aumenta mi calor
mientras tú aseguras con ello acertar el  tamaño,
las dimensiones lineales y de volumen de tu amado intruso.

Sientes placer al saber que tus curvas y medidas
fueron diseñadas para mis manos y mis labios;
naciste para  provocar a mi falo  una ansiada erección;
me diseñaron para ser tu deseada  y muy esperada penetración:
los dos cuerpos se acoplan  al milímetro...

Cuando estás subida sobre  tu hombre,
tus senos calzan perfecto en mis manos,
aquellos que los deseo arrancar de tu pecho
cuando la pasión por ti me enloquece:
cuando escucho esos gemidos que se suman a los tuyos;
son los míos que te piden llegues conmigo al clímax…
y caigas desmayada sobre mí … tu batalla y  tu victoria.

Bellos recuerdos de noches  desnudas tenemos.
Recuérdame toda tu vida, por favor  andina  flor.
El hombre que más te ha amado en la vida,
fue quien te hizo mujer… no lo dudes… ¡jamás!...
Quien saboreó tu néctar  por primera vez, es quien construyó
la mejor  y última historia de amor, al pintor le inspiró pintarlo
y el músico creó su más tierna composición: conjuro de amor.
Una bella novela de amor que se plasmó en un libro
para declararle al mundo el inmenso amor,
la irresistible pasión que hubo y hay entre los dos.

¿Qué mayor prueba de amor se le puede dar a una mujer?
¿Qué otra prueba de amor te puedo entregar?
… La mayor historia  de amor escrita:
vida, amor y pura  pasión entre tú y yo…
más tarde escribirás o escribiré o escribirán  nuestra muerte…
¡Qué más quieres de la vida si esta ya te dio mi vida!
Nos tenemos  el uno al otro, aunque convivimos en  secreto....
Qué más quieres de Dios si mi pasión toda te la entregó:
y tú la ocupas con intensidad en nuestras noches de libido.

¿Qué más quieres de mi corazón?
Mis pensamientos más románticos y eróticos
cada sístole y diástole me los recuerda con obsesión.
¿Qué más quieres de mi piel?....
Si cada encuentro entre los dos sólo vemos una piel.
Si antes no teníamos ni conocíamos vicio alguno, ahora:
somos adictos los dos...¡ Sí! somos adictos uno del otro...

Gracias a Dios, por prestarme uno de sus ángeles...
un hermoso ángel que me mima, me cuida, me alumbra
y con el cual también fornico con frenesí,
¡Perdóname, ángel mío,  por hacerte pecar... es sólo mi culpa¡!
Únicamente a mí, castígame mi  Dios, por el abuso que cometí.
Si lo que te voy a decir sirve de algo para menguar  mi condena:
¡Todo fue por amor!…

Franz Merino

Inspirado en la obra: “Infieles Anónimos. Diario de un amante: testimonio de una gran pasión”. ¡Adquiérala, ya!
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