DICIEMBRE
¡Oh, gracias Dios! ¡Mi plegaria fue escuchada!
¡Yo te pedí!… ¡Yo lo pedí!
Mi cuerpo no estaba cansado de esperar.
Mi corazón no estaba muerto.
Mi mente lo había pedido sin percatarse:
debía ser él, un gran apasionado, mi joven amor.
Mis manos vírgenes deseaban tocarlo sin permiso.
Freud lo condenó a vivir en mi subconsciente;
ahí descansaba y con él un río andino transparente,
su agua fría traía recuerdos tibios no consumados.
¡Oh, gracias Dios! ¡Mi deseo fue otorgado!
¡Yo te lo pedí!... ¡Tú me lo entregaste!
Mi cuerpo se revitaliza.
Mi corazón premiado palpita más por ti.
En mi frente estaba y estará su nombre escrito;
un libertino, humanista, rebelde ardiente,
justo protestante, revolucionario y poeta del amor.
A mis manos ya se les concedió el erótico poder.
En un diciembre mis dedos sintieron a mi Acuario…
empezó la Navidad inmortal de un inmenso amor.
Mi amor de juventud ahora es mi presente.
¡Oh, gracias Dios! ¡Ahora su desnudo me hace feliz!
¡Gracias, Dios, por ese diciembre que es mí febrero!
¡Un bello diciembre… prohibido no amarlo!
Franz Merino
Inspirado en la obra: “Infieles Anónimos. Diario de un amante: testimonio de una gran pasión”. ¡Adquiérala, ya!
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