VAMOS A CONTARNOS MENTIRAS O VAMOS A DECIRNOS VERDADES.

VAMOS A CONTARNOS MENTIRAS O VAMOS A DECIRNOS VERDADES.

Hoy en la madrugada, he decido conversar con mi inconsciente.
Mi consciente propone tratar los temas marital y extramarital.
Si hablamos mentiras en esta conversación se la pasará muy bien.
Si hablamos verdades, nos lastimaremos y nos desenmascararemos.

Empecemos por la extramarital, sugiere el inconsciente…

Las crudezas, decepción, cobardía y vergüenza, se mantienen ocultas.
Los momentos más ardientes son con la amante, recubierto con su lozana piel.
Los besos eróticos siempre tapan las palabras reivindicadoras fieles e inútiles.
A flote está “nos llevamos excelente, no como la mayoría”-afirma el inconsciente.

El mejor sexo que surge fuera del hogar, también mengua, se espacia sinsabor, replica.
La libido se extingue por intentar convertirse en legítima cónyuge la amante.
El cohabitar desgasta; sin buenos contenidos juega, a favor, del statu quo ante bellum.
La relación clandestina retoma lecciones ya vividas, ya sufridas, alerta el consciente.

Cuando la amante lastima, se evoca al reconocido antiguo amor, por ser fidedigno.
Las largas ausencias, reemplazadas con distracciones o entretenimientos, atrasan.
La concubina discute y abnegada reclama sentir la no pertenencia con el adúltero.
El macho alfa piensa en cambiar de hembra si continúa el ataque amenazador.

Terminemos con la cuestión marital, sugiere el consciente…

Es preferible madurar con la consorte, antes que, con la amante, es lo aconsejable.
Con la esposa se vivieron, se viven y se vivirán los años más hermosos, y no solo días.
Con la amante, el amor expira, las charlas ya no avanzan…se postergan… trivialidades.
La historia de dolor se repetirá, nuevamente, ¡ya se aprendió! -concluye, el consciente-.

Nunca podrá superar a la potencia del amor conyugal, la frívola filibustera, replica.
La consciencia muta la vorágine sentimental de mi inconsciente aventurero con su viajera.
El conocimiento vuelca al origen, al primer tibio océano de paz, de dicha y suave brisa.
Nadie borra de la total memoria el rostro marital… –abandona la charla, el inconsciente-.

He aquí, entendiendo a mi inconsciente y a mi consciente.
Aprendiendo a convivir, secretamente, con las dos…
Admitiendo y tomando real conciencia de mis tres cerebros aliados.
Mi mente evolucionada… sus territorios… sus gobiernos… mi gobierno.

Franz Merino
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