domingo, 15 de agosto de 2010
BUSCANDO LA INMORTALIDAD EN TUS BRAZOS…
BUSCANDO LA INMORTALIDAD EN TUS BRAZOS…
Si no intercambio servicios y productos,
paso produciendo poemas y libros,
algo debo brindar a la sociedad.
Debo inmiscuirme en el designio Divino.
Quiero morir creando, generando energía positiva:
lo que la mega máquina de mi inteligencia arroje…
Aún, conociendo idóneo el control de calidad de mis versos…
intento sean perfectos… algunos calificarán errados…
Pero, prefiero recibir la crítica y fallar en eso a no hacer nada...
No tengo elección: prefiero cometer errores…
La otra alternativa: mediocridad absoluta...
¡No tengo elección!…
Debo buscar el destino de los Titanes:
la Gran Victoria… la Gloria… su Fortuna.
Mientras el resto busca dinero...yo busco la eternidad…
Anhelo estar al lado de Shakespeare... al lado del Creador…
aunque muy distante estoy de ellos...
Él fue el mejor... ¡lo confirmo!
Pero sé, también, que necesito dinero
para proveerme y avanzar en la batalla...
elemento cruel de la sociedad para seguir: ¡sobreviviendo!
Nace la gran contradicción: ¿esto o aquello?
Tú eres mi Mecenas, crees en mí: me sostienes.
A veces, me siento como Vincet Van Gogh...
Después de muerto me valorarán…
Eres la única que en vida me aprecia y eres mi fan número uno.
Sé que debo de seguir, pero el Capitalismo me obliga e insiste
en cesar mi talento por unos cuantos dólares... es el comercio.
El mundo literario no es rentable,
nadie me lee... nadie me quiere... excepto tú…
Me haces feliz en todo sentido, mi Piscis del alma.
Cuántos talentos estarán atravesando mi indecisión:
abandonar la guerra literaria… sería mi final.
El mundo empuja concentrarse en la batalla diaria de la supervivencia…
el acumular oro… lo mercantil… y abandonar el talento artístico.
Pero soy muy egoísta contigo, también.
Tú tienes tu vida o ¿quién sabe?... ¡Sólo tu Dios!...
Si tu destino es únicamente apoyarme hasta alcanzar mi dicha...
o está ligado al mío para tú beneficiarte con la victoria y la gloria;
ayudada , dirigida por mí… ¿Quién sabe?
Todo tú lo tienes: eres bendecida por tu Dios, su mimada.
Eres creativa, pero no sabes cómo fraguar tus ideas;
en cambió eso sí lo sé… Tienes bellas oraciones, divinas,
guardadas en tu corazón sin poder organizarlas tu pensamiento.
¿Acaso? esa será la razón de permanecer a tu lado…
¿Acaso?, Dios, me puso en tu camino y no viniste al mío.
Será una celada que tu Creador me está jugando;
seré tu tintero y tu pluma… tu asesor terrenal…
para que tú seas quien logre el jaque mate,
y el combate final sea para ti usando mi tablero;
ayudada con mis propios movimientos obligados…
engañado, por la Mente Creadora de todas las reglas...
Quizá, Dios, muere por leer tu alma y ver nítido tu interior.
Es una ilusión el creerme Rey, apenas debo ser un Peón, un Caballo,
una Torre, un Alfil a tu favor… un súbdito tuyo, sin Dama.
No lo sé: ¡no lo sé!...
¡Grandes al fin tú y yo!… ¡Tomados en cuenta, por el Supremo!
Deseo, sea cierto, en el fondo.
Aparentemente, vislumbro todo en mi contra.
La soledad rodeada de gente,
es terrible en un espíritu tan comunicativo como el mío...
He descubierto que concentrarme sólo en la literatura de alto nivel,
me llevará a la pobreza… a la inestabilidad consanguínea.
Me estoy condenando y junto a ello estoy arrastrando a mi familia,
por intentar ser un Titán... Por procurar tener mi nombre escrito
en el libro de los hijos queridos de Dios...¡Los que tienen propósito!
Pero, no es justo, pues deseo llenar de lujo y mucho amor a mi familia...
No sé si deba seguir escribiendo por mi egoísmo o amor al arte,
o sacrificar mi gran amor (la literatura) por más rico tiempo familiar…
y halagar al otro gran misterio hambriento del poder de la noche…
Y todo por el dinero... por, Tsai Shen Yeh, deidad de la riqueza.
Siento que cuando escribo alejo cada vez más de la cima económica…
de los placeres nocturnos, los trajes finos, los autos lujosos, viajes
y comodidades mundanas a mi familia...¡Eso deduzco!...
Parece ser que, Dios, me pide escoger...
Es tan difícil: me apuñalo mortalmente en las dos opciones...
A veces, pienso, debo conformarme con ser un mediocre,
a cambio, de mantener unida y enriquecida a mi familia...
con todas las comodidades terrenales básicas y las exclusivas.
También sé, que mis ojos me forcejean a mirar para arriba,
a lo alto: donde está el majestuoso cielo... lo eterno...
lo innegociable… lo majestuoso… lo solemne…
de Quién se habla en las Sagradas Escrituras…
la verdadera iluminación… Suprema Inspiración… lo mágico…
donde el oro y los diamantes carecen de valor…
las monedas de oro no vienen… ni por añadidura…
¡San Jerónimo! ¿Por qué me invocas?... ¡Por qué!
Siento que hasta tú, sólo valoras mis resultados y no mi lucha...
mis avances... mi sudor no te llama la atención.
Siento tu financiamiento como una manera de disfrazar
tus verdaderas intenciones… me reclamarás al final, eso lo sé,
y con creces plasmadas en letras rubíes y oraciones de titanio.
Pero, también, es cierto que sin tu soporte y aportes
no habría producido románticos y dichosos versos;
los qué apenas lees y tus mejillas se bañan
con el rocío de tus felices y novelescas lágrimas.
Es como si estuvieras comprando felicidad…
¿Acaso, te estás preparando, para recibir la Divina? ¡La más Grande!
Será sincero tu apoyo: ¿realmente, será incondicional?
Cada vez que escribo siento venir la perfección...
no sé cómo tú lo ves... mi única lectora apasionada... mi única cliente...
Si tú te vas, mi Ángel de la Guarda, morirán mis manuscritos...
los enterraré ... y con ello nuestros recuerdos inmensamente gratos;
apasionados, románticos, amorosos, tiernos, sublimes, intensos;
prohibido: no divulgarlos poéticamente, a los mortales.
¿Sepultaré, para siempre, mi talento inmerecido?... dado a un cobarde
que murió porque su corazón lo lastimó... y lastimaron.
¿Su amor, es su rival?... O, ¿exclusivamente, su puro amor?
¿Abandonaré el gran sueño de los dioses?… ¿Lo magnífico?
¡Por Dios!, no quiero morir como las cucarachas...
Sin importancia en este planeta deshumanizado llamado Tierra.
¡Busco lo sublime!… ¿Buscaré lo trascendental?
No quiero fallecer como el resto de los comunes mortales...
tampoco deseo placas... ni nombres de calles...
ni monumentos ni sinfonías… pero, sí tu corazón;
tus rezos, tus propias plegarias, tu piel, tus besos, tus orgasmos;
sólo quiero un nombre especial en un lugar especial...
Quiero permanecer escrito en el libro de Dios,
de los que lo complacieron, lucharon, he hicieron algo para su gusto
y el de los mortales... y para sí mismo... para ti, Piscis, amada.
Ansío permanecer en el diario de su novia preferida: Piscis.
Quiero tener un nombre en el muro de la inmortalidad...
Pido poco... quizá mucho para otros... Pero, eso quiero.
Guarda mi más preciado deseo y secreto, Piscis.
Cada vez que veas mis ojos, eso alberga.
Este es mi manifiesto.
Sabiendo, ahora, todo esto… ¡Lo siguiente medito!...
¿Tus brazos serán mi refugio y toda tú mi nido? ¿Seguirás conmigo?
¿Seré el varón que tú deseas? ¿Seré el hombre qué tú amas?
¿Serás mía, para siempre? ¿Seré el final de tu vida y tú el mío?
¿Permitirás ser gobernada por tu destino?
¿Terminarás, hoy, conmigo?
¿Esta obra de teatro será eterna?
¿Seguiremos siendo los candentes e idílicos protagonistas?
¡Aún faltan los mejores diálogos! ¡Las insospechadas escenas!
¡Yo, no deseo bajar la cortina, ni en el descanso!…
¡Dios, no estoy listo, ni preparado, aún! ¡Ni ella, tampoco!
Franz Merino
Basado en el libro “Infieles Anónimos. Diario de un amante: testimonio de una gran pasión”.
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